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“MESA CAMPESINA DE MONTE PATRIA” Y SU MIRADA ANTE LA ESCASEZ HIDRICA

Entrevista con Consuelo Infante, vicepresidenta de la mesa campesina de Monte Patria, periodista, facilitadora de biodanza y co-creadora de cientos de espacios autogestionados en la región, el país y América Latina.

Capítulo 2

Consuelo nos cuenta que la mesa campesina es una instancia nacida por lucha de los campesinos hace 15 años aproximadamente, luego de que el campesinado viera que su mirada no era considerada por la política, entonces era necesario crear un espacio de conversación para diseñar las cuestiones relacionadas con la ruralidad. Funciona a nivel regional, provincial y comunal, y en ella participan los habitantes del territorio, las autoridades locales, las regionales y nacionales.

En relación con la escasez, Consuelo cuenta que para el Consejo en Monte Patria, agua hay, pero está mal distribuida, y está mal distribuida porque esa tarea esta asumida por el mercado, lo que genera una fuerte distorsión. Por ejemplo, en tiempos de la mayor sequía, al río Mostazal entraban 160 litros por segundo, que es mucha agua, y da muy bien para asegurar la vida de todo lo que ahí existe, o sea la flora, la fauna, y las y los campesinos, pero no es la prioridad, la prioridad es la exportación, entonces se sacrifica a la vida que viabiliza el ciclo del agua, en pos de la tasa de ganancia.

El Estado entrega  el agua de forma gratuita y a perpetuidad a los privados, sean quienes sean, y en las organizaciones de regantes se verifica el rol del mercado. Antes eran comunidades de agua y con el código del 81 se transforman en sociedades anónimas, bajo la figura de una acción un voto, dificultando el protagonismo colectivo y poniendo las decisiones en quien tiene mas acciones. Así se entuban los canales, se generan arbitrariedades, se roba, y roba el chico y el grande, porque esto es un problema de la institucionalidad que se crea, la que solo preocupa la tasa de ganancia. Este paradigma determina que hace 15 años tengamos decretos de escasez y que todas las medidas profundicen la escasez, como le llaman y no mejoren la distribución.

A: ¿Cómo se explica, si tu dices que agua hay, porqué se habla de escasez?

C: Creo que tiene mucho que ver con lo que decides mirar y con lo que decides mostrar. Cuando tienes una comprensión del agua como recurso y no como vida, dispones del agua para la rentabilidad, entendida en términos económicos. Todos los subsidios estatales apuntan hacia acumular y viabilizar  que el agua llegue a la producción, no apuntan a restituir el ciclo hídrico, no apuntan a reactivar las energías locales para volver a conectarnos con el agua y desde ahí generar otra dinámica.

A: ¿O sea, hay agua suficiente para sostener la vida?

Para sostener el modo de vida de esta civilización, nada es suficiente, pero para sostener la vida, la continuidad de la existencia, para no ser el desierto de Atacama, si tenemos certeras posibilidades de ser un punto de inflexión y empezar a generar otra dinámica, pero no están las decisiones ni políticas, ni económicas, ni culturales para poder llevarlo a cabo.

En nuestro análisis, el agua se exporta en containers, y si el agua se evapora, se condensa y cae, mientras mas agua se saca menos agua queda en el ciclo… antes el agua quedaba acá, era para el mercado local, la provincia vecina, habían abusos, por supuesto, pero la dinámica distributiva no tenía como único objetivo la productividad.

Ahora con el nuevo Código de Aguas, después del descalabro que esto ha generado, se establecen prioridades de uso, se dice que el consumo humano y la subsistencia va a tener prioridad.

  1. ¿Y se cumple, cómo se hace para desarmar todo esto?

Nosotros, desde  la mesa, reunimos a las Juntas de Vigilancia, que son quienes organizan y agrupan a todas las comunidades de agua, los campesinos de los valles, la municipalidad, la DGA, el MOP  (hay 43 reparticiones públicas que tienen que ver con el agua en Chile y no conversan entre sí) y poquito a poco se va haciendo sentido común de que el problema es la distribución, no la carencia, porque si es la carencia, la solución pasa por ir a sacar de adonde hay, entonces nos llenamos de camiones aljibes, de desaladoras, pero eso no está solucionando el problema, porque sigue siendo la matriz del negocio la que determina las decisiones. Imaginemos que el problema está en la distribución, tenemos poquito, okey, ¿Cómo lo distribuimos para que alcance para todos hoy y mañana?, y ese pensamiento en el campesinado hace mucho sentido, pero cada vez hay menos campesinado, cada vez hay más empresarios.

A: ¿Hay menos campesinos porque hay menos agua?

Es más complejo, tienes una política pública que ha ninguneado el saber territorial desde hace demasiado tiempo ya, sino desde siempre, y cuando te ningunean al final terminas sospechando de tus saberes, y cuando la educación se hizo negocio y nos dijeron que todos tenían que estudiar para ser alguien en la vida y todos quisimos ser alguien, el campesinado se esforzó, duplicó sus esfuerzos, para que sus hijos fueran a estudiar y desconectaron de su saber, porque el saber del campesino nace del territorio y de la comunidad que lo habita, de esa relación. Y conectaron con el saber institucionalizado, y eso ha generado que cada vez haga menos sentido la permanencia en el campo, y que empiece a ser considerado absurdo, estúpido, el saber de los anteriores, la pequeña escala, y el hacer nuestro que es el que constituía la cotidianidad antes.

Entonces tanto el pequeño, el mediano, como el grande, está en la lógica de la rentabilidad y quiere regar más, optimizar. Se modificó la cosmovisión campesina.

Claro, el hijo del campesino se fue a formar a la universidad y terminó siendo matrizado en una cosmovisión distinta que ningunea a la anterior y esa anterior era la que permitía que el agua por milenios siguiera en el ciclo en el que siempre estuvo. La lógica de la rentabilidad es abusiva, y se va generando que tengamos serios problemas porque, si bien es cierto que agua hay, pero está mal distribuida, tampoco es una garantía que otra distribución asegure un éxito porque está muy instalado el bichito de la rentabilidad como único destino. Si logramos hacer que vuelva a ser la vida el destino, que la vida está al centro, el resultado será completamente distinto.

El problema no es el agua, el problema es que como civilización hemos decidido relacionarnos de un modo inhumano, de un modo desconectado de la vida y conectado al mercado, conectado al dominador o a la dominación, entonces lo que tenemos en nuestros territorios son dinámicas sociales sumamente individualizadas, consumistas, precarizadas, porque sin tribu nos vaciamos. En el campo se ve un poco menos que en la ciudad, porque la memoria de la minga está más viva, de la trilla, de la pela de durazno, la memoria, ya no la práctica, es poquita la gente que se visita, por ejemplo, y hace 40 años era constitutivo de la vida local visitarse, es poquita la gente que se junta para la huerta, pero hay.

Desde nuestra mirada, el tejido social fue desgarrado intencionalmente, porque el control le teme a la autonomía. Todas las políticas institucionalizadas de las jerarquías, personalidades jurídicas, los proyectos por ejemplo, antes tenías vecinos que colaboraban, ahora tienes vecinos que compiten por recursos, para acceder a fondos de todos, y ese modo único ya se instaló. Reproducimos el monocultivo en los cerros y en nuestras relaciones. En el ejercicio del consejo campesino, nos dimos la posibilidad de ver que la matriz es la engañadora, entonces el problema no es el otro, mi enemigo, el problema es la matriz que nos tiene condenados a una forma que no habilita la relación fructífera entre pares. Verlo así, entendiendo que para poder aprovechar el agua tenemos que generar biodiversidad, empieza a ser mas factible un tejido social no entre iguales, sino entre los diversos que somos, no quiero que seas como yo, no me obligues a ser como tú, veamos con nuestras creatividades, también muy erosionadas, cómo nos potenciamos.

Mira la desertificación, somos un país de “certificado”, cada vez más especializados, confiados en el saber ajeno, del experto, ninguneando nuestras soluciones. El ninguneo se expresa en todas las dinámicas sociales que quieren habitar conectadas a su territorio.

Dentro de los desafíos, está el aprender a ser protagonistas en la gestión de la política pública, no receptores que alegamos porque no nos llega lo que queremos. Cuesta mucho también que el funcionario acepte al otro como un co-creador, y que las autoridades validen el saber funcionario articulado con el saber local, para la toma de decisiones. Por ejemplo, una de las cuestiones que nosotros hemos visto, es que la mejor manera de acumular agua no es hacer un hoyo en el suelo e impermeabilizarlo, sino que sembrar mucha diversidad en el suelo, esponjearlo de materia orgánica, llenarlo de nutrientes para que todo lo que llegue habilite la infiltración. Sin embargo, la política pública enseña a acumular en estanques, mientras más grande el estanque (subsidiado con fondos públicos mediante la Comisión Nacional de Riego) más tengo.

Consuelo señala que el agua es maestra, una fuente de información infinita, la historia del planeta está en cada gota de agua, es escuela relacional. La sequía es entonces un síntoma de la conexión, de la impermeabilización. En cuanto empezamos a pensar que el problema no es de quién tengo que depender ahora para tener agua, sino cómo habilito que la gallina de los huevos de agua, que es la cuenca, siga viva, asumir que somos 75% agua, somos agua, podemos reencontrarnos con la capacidad de dar y recibir, la flexibilidad, el agua se regala a todos, no prejuicia, no le tengamos miedo a nuestras torpezas, asumamos que nos vamos a equivocar, pero atrevámonos a regar y a habilitar que sea la vida la que sostenga la permanencia del agua.

Dentro de las cuestiones interesantes que se están llevando a cabo, es posicionar alternativas como la mampostería, o sea que sea con barro y piedras, con los recursos que el territorio tiene, se habilite el mejoramiento de la conducción en los canales. En el canal Mollar en el río mostazal, están haciendo un trabajo en ese sentido, en Paihuano también… Necesitamos volver a confiar, este sistema nos ha enseñado a desconfiar, desconfiamos de todo, con el covid más, desconfiamos hasta de la tos, si queremos deconstruir lo que este sistema está haciendo en nosotros, hay que atreverse a confiar. Y la confianza no se verifica en ideas, sino en acciones. Entonces trabajar juntos, dejar de pensar en lo que nos falta y trabajar con lo que tenemos… y en colectivo, el agua, no se anda en gotas, se anda en caudales.

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